In Memoriam: Enrique Báez Centella (1924 – 2003)

Afamado violinista y profesor del Conservatorio Superior de Córdoba, Enrique Báez está considerado como uno de los mejores músicos que ha dado la ciudad. Ya desde muy joven mostró su faceta como compositor, y en 1952 salió de su prodigiosa inspiración una de las marchas procesionales más emblemáticas de Córdoba, nada menos que “Virgen de las Angustias”, dedicada al portentoso grupo escultórico de Juan de Mesa. A lo largo de su vida, siempre la consideró como su mejor obra, a pesar de haber regalado a nuestros oídos otras joyas de la música cofrade como fueron “Jesús Caído” en 1955, “Por una madre” en 1975 o “Virgen del Socorro”, firmada tres años más tarde. Estas tres marchas están de alguna manera relacionadas entre sí, pues en todas ellas está plasmado el leitmotiv principal de la vida de Báez:  su madre.

Así, la primera de ellas incluye una letra escrita para cantarla en la saetilla central, que dice así:

“Madre mía, te quise mucho, tú fuiste en mi vida la dicha que Dios me
concedió. Él quiso que murieras en mis brazos, para que nunca te olvide.”

Estas frases fueron añadidas a posteriori por el autor, aclarando él mismo que no tenía nada que ver con la hermandad de Jesús Caído, sino que estaban dedicadas a su difunta madre.

En el caso de la inigualable marcha “Por una madre”, dedicada ex profeso a su progenitora, en el trío final se incluye una preciosa letra que habla acerca de la figura materna en general, y reza así:

“La madre es ejemplo de amor, amor que protege mi ser. La madre es bondad y ternura, ternura que nos da al nacer. La madre te da su calor, calor que transforma su ser. La madre es bondad y ternura, que Dios nos legó al nacer ¡Amor!”.

Por último, “Virgen del Socorro” está dedicada a la Patrona del Mercado de la Corredera, de la que Concepción Centella –madre del autor– era muy devota.

Otras páginas escritas por este insigne compositor fueron “Virgen de los Dolores”, “Santísimo Cristo de la Clemencia”, “Reina de San Nicolás”, “Stmo. Cristo de las Penas y Ntra. Sra. Madre de los Desamparados”, compuestas entre los años 80 y 90, así como otras dedicadas a devociones de distintos lugares, como Montoro (Córdoba). También compuso diversos pasodobles y marchas de concierto.

Enrique Báez mostraba una forma fresca y original a la hora de componer. Dada su sólida formación musical, nos legó verdaderas obras de arte que lo identifican con un sello muy personal y diferente a otros autores.